Leyenda de Atlantis

Atlántida (en griego antiguo Ατλαντίς νησος, Atlantis nesos, ‘isla de Atlas’ ) es el nombre de una legendaria isla desaparecida en el mar, mencionada y descrita por primera vez en los diálogos Timeo y el Critias, textos del filósofo griego Platón. La precisa descripción de los textos de Platón y el hecho que en ellos se afirme reiteradamente que se trata de una historia verdadera, ha llevado a que, especialmente a partir de la segunda mitad del siglo XIX, durante el Romanticismo, se propongan numerosas teorías sobre su ubicación. En la actualidad, la ciencia ha demostrado que la Atlántida, tal y como la describe Platón, nunca existió. No se descarta, sin embargo, que tras la leyenda pueda haber un fondo de realidad histórica, inspirada lejanamente en la erupción del volcán de la isla de Santorini en el Mar Egeo en torno al siglo XVII a.n.e. La Atlántida ha servido de inspiración para numerosas obras literarias y cinematográficas, especialmente historias de fantasía y ciencia-ficción. El relato de Platón El Timeo y el Critias Las primeras referencias a la Atlántida aparecen en el Timeo y el Critias, textos en diálogos del filósofo griego Platón. En ellos, Critias, discípulo de Sócrates, cuenta una historia que de niño escuchó de su abuelo y que este, a su vez, supo de Solón, el venerado legislador ateniense, a quien se la habían contado sacerdotes egipcios en Sais, ciudad del delta del Nilo. La historia, que Critias narra como verdadera, se remonta en el tiempo a nueve mil años antes de la época de Solón, para narrar como los atenienses detuvieron el avance del imperio de los atlantes, belicosos habitantes de una gran isla llamada Atlántida, situada frente a las Columnas de Hércules y que, al poco tiempo de la victoria ateniense, desapareció en el mar a causa de un terremoto y de una gran inundación. En el Timeo, Critias habla de la Atlántida en el contexto de un debate acerca de la sociedad ideal; cuenta cómo llegó a enterarse de la historia y cómo fue que Solón la escuchó de los sacerdotes egipcios; refiere la ubicación de la isla y la extensión de sus dominios en el mar Mediterráneo; la heroica victoria de los atenienses y, finalmente, cómo fue que el país de los atlantes se perdió en el mar. En el Critias, el relato se centra en la historia, geografía, organización y gobierno de la Atlántida, para luego comenzar a narrar cómo fue que los dioses decidieron castigar a los atlantes por su soberbia. Relato que se interrumpe abruptamente, quedando inconclusa la historia. Descripción de la isla Los textos de Platón sitúan la Atlántida frente a las Columnas de Hércules (lugar tradicionalmente entendido como el estrecho de Gibraltar) y la describen como una isla más grande que Libia y Asia juntas. Se señala su geografía como escarpada, a excepción de una gran llanura de forma oblonga de 3000 por 2000 estadios, rodeada de montañas hasta el mar. A mitad de la longitud de la llanura, el relato ubica una montaña baja de todas partes, distante 50 estadios del mar, destacando que fue el hogar de uno de los primeros habitantes de la isla, Evenor, nacido del suelo. Según el Critias, Evenor tuvo una hija llamada Clito. Cuenta este escrito que Poseidón era el amo y señor de las tierras atlantes, puesto que, cuando los dioses se habían repartido el mundo, la suerte había querido que a Poseidón le correspondiera, entre otros lugares, la Atlántida. He aquí la razón de su gran influencia en esta isla. Este dios se enamoró de Clito y para protegerla, o mantenerla cautiva, creó tres anillos de agua en torno de la montaña que habitaba su amada. La pareja tuvo diez hijos, para los cuales el dios dividió la isla en respectivos diez reinos. Al hijo mayor, Atlas, le entregó el reino que comprendía la montaña rodeada de círculos de agua, dándole, además, autoridad sobre sus hermanos. En honor a Atlas, la isla entera fue llamada Atlántida y el mar que la circundaba, Atlántico. Favorecida por Poseidón, la isla de Atlántida era abundante en recursos. Había toda clase de minerales, destacando el oricalco, rara aleación natural de oro y cobre; grandes bosques que proporcionaban ilimitada madera; numerosos animales, domésticos y salvajes, especialmente elefantes; copiosos y variados alimentos provenientes de la tierra. Tal prosperidad dio a los atlantes el impulso para construir grandes obras. Edificaron, sobre la montaña rodeada de círculos de agua, una espléndida acrópolis plena de notables edificios, entre los que destacaban el Palacio Real y el templo de Poseidón. Construyeron un gran canal, de 50 estadios de longitud, para comunicar la costa con el anillo de agua exterior que rodeaba la metrópolis; y otro menor y cubierto, para conectar el anillo exterior con la ciudadela. Cada viaje hacia la ciudad era vigilado desde puertas y torres, y cada anillo estaba rodeado por un muro. Los muros estaban hechos de roca roja, blanca y negra sacada de los fosos, y recubiertos de latón, estaño y oricalco. Finalmente, cavaron, alrededor de la llanura oblonga, una gigantesca fosa a partir de la cual crearon una red de canales rectos, que irrigaron todo el territorio de la planicie.

La caída del imperio atlante Los reinos de la Atlántida formaban una confederación gobernada a través de leyes, las cuales se encontraban escritas en una columna de oricalco, en el Templo de Poseidón. Las principales leyes eran aquellas que disponían que los distintos reyes debían ayudarse mutuamente, no atacarse unos a otros y tomar las decisiones concernientes a la guerra, y otras actividades comunes, por consenso y bajo la dirección de la estirpe de Atlas. Alternadamente, cada cinco y seis años, los reyes se reunían para tomar acuerdos y para juzgar y sancionar a quienes de entre ellos habían incumplido las normas que los vinculaban. La justicia y la virtud eran propios del gobierno de la Atlántida, pero cuando la naturaleza divina de los reyes descendientes de Poseidón se vio disminuida, la soberbia y las ansias de dominación se volvieron características de los atlantes.[16] Según el Timeo, comenzaron una política de expansión que los llevó a controlar los pueblos de Libia (entendida tradicionalmente como el norte de África) hasta Egipto y de Europa, hasta Tirrenia (entendida tradicionalmente como Italia). Cuando trataron de someter a Grecia y Egipto, fueron derrotados por los atenienses. El Critias señala que los dioses decidieron castigar a los atlantes por su soberbia, pero el relato se interrumpe en el momento en que Zeus y los demás dioses se reunen para determinar la sanción. Sin embargo, habitualmente se suele asumir que el castigo fue un gran terremoto y una subsiguiente inundación que hizo desaparecer la isla en el mar «en un día y una noche terribles», según señala el Timeo.

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Recepción del relato de Platón: En la Antigüedad: Se conservan algunos párrafos de escritores antiguos que aluden a los escritos de Platón sobre la Atlántida; ciertamente se han perdido muchos otros. Estrabón, en el siglo I a. C., cita, parece compartir, la opinión de Posidonio (c. 135-51 a. C.) acerca de que es posible que el relato de Platón no sea ficción. Un siglo más tarde, Plinio el Viejo nos señala en su Historia Natural que, de dar crédito a Platón, deberíamos asumir que el océano Atlántico se llevó en el pasado extensas tierras. Por su parte, Plutarco, en el siglo II, nos informa de los nombres de los sacerdotes egipcios que habrían relatado a Solón la historia de la Atlántida: Sonkhis de Sais y Psenophis de Heliópolis. Finalmente, en el siglo V, comentando el Timeo, Proclo refiere que Crantor (aprox. 340-290 a. C.), filósofo de la Academia platónica, viajó a Egipto y pudo ver las estelas en que se hallaba escrito el relato que escuchó Solón. En el Renacimiento: Si bien conocida, durante la Edad Media la historia de la Atlántida no llamó mayormente la atención. En el Renacimiento, la leyenda fue recuperada por los humanistas, quienes la asumirán unas veces como vestigio de una sabiduría geográfica olvidada y otras, como símbolo de un porvenir utópico. El escritor mexicano Alfonso Reyes afirma que la Atlántida, así resucitada por los humanistas, trabajó por el descubrimiento de América. Francisco López de Gómara en su Historia General de las Indias, de 1552, afirma que Colón pudo haber estado influido por la leyenda atlántida y ve en voz náhuatl atl (agua) un indicio de vínculo entre aztecas y atlantes. Duante los siglos XVI y XVII, varias islas (Azores, Canarias, Antillas, etc.) figuraron en los mapas como restos del continente perdido. En 1626, el filósofo inglés Francis Bacon publica La Nueva Atlántida (The New Atlantis), delirante utopía en pro de un mundo basado en los principios de la razón y el progreso científico y técnico. En España, en 1673, el cronista José Pellicer de Ossau identifica la Atlántida con la península Ibérica, asociando a los atlantes con los misteriosos tartessios

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La obra de Ignatius Donnelly: No será hasta la segunda mitad del siglo XIX, que la historia de la Atlántida adquiera la fascinación que provoca hasta hoy en día. En 1869, Julio Verne escribe Veinte mil leguas de viaje submarino, novela que en su capítulo IX describe un alucinante encuentro de los protagonistas con los restos de una sumergida Atlántida. Tiempo después, en 1883, Ignatius Donnelly, congresista norteamericano, publica Atlántida: El Mundo Antediluviano (Atlantis: The Antediluvian World). En dicha obra, Donnelly, a partir de las semejanzas que aprecia entre las culturas egipcia y mesoamericana, hace converger, de modo muchas veces caprichoso, una serie de antecedentes y observaciones que lo llevan a concluir que hubo una región, desaparecida, que fue el origen de toda civilización humana (véase difusionismo) y cuyo eco habría perdurado en la leyenda de la Atlántida. El libro de Donnelly tuvo gran acogida de publico (fue reeditado hasta 1976), en una época donde el avance de la ciencia permitía a su hipótesis aparecer seductoramente verosímil. Tanto fue así, que el gobierno británico organizó una expedición a las islas Azores, lugar donde el escritor situaba la Atlántida. La Atlántida después de Donnelly: El éxito de Donnelly motivó a los autores más diversos a plantear sus propias teorías. En 1888, la ocultista Madame Blavatsky publica La Doctrina Secreta, texto basado, supuestamente, en un documento escrito en la Atlántida, El Libro de Dzian. Según Blavatsky, los atlantes habrían sido una raza de humanos anterior a la nuestra, cuya civilización habría alcanzado un notable desarrollo científico y espiritual. En 1938, el jerarca nazi Heinrich Himmler organiza, en el contexto del misticismo nacionalsocialista, una serie de expediciones a distintos lugares del mundo en busca de los antepasados atlantes de la raza aria. En 1940, el medium norteamericano Edgar Cayce predice que en 1968 la Atlántida volverá a la superficie frente a las costas de Florida. Sorprendentemente, en 1969, en las aguas de la isla de Bimini, frente a la península de Florida, será descubierta una formación rocosa a la que se dio el nombre de Carretera de Bimini, y respecto de la cual aún se discute si se trata o no de una construcción humana. Al margen de lo esotérico, el impulso generado por la obra de Donnelly, motivará también a numerosos historiadores y arqueólogos, tanto profesionales como aficionados, quienes durante el siglo XX desarrollaran teorías que ubicaran la Atlántida en los más distantes lugares, asociando a los atlantes con diferentes culturas de la antigüedad. Es así como en 1913, el británico K. T. Frost sugiere, con poco éxito, que el imperio cretense, conocido de los egipcios, poderoso y posiblemente opresor de la Grecia primitiva, habría sido el antecedente fáctico de la leyenda atlántida. Por su parte, en 1922, el arqueólogo alemán Adolf Schulten retoma y populariza la idea de que Tartessos fue la Atlántida. Tesis que cuenta con varios seguidores hasta el día de hoy. Otras hipótesis situarán la Atlántida en la isla de Malta, en el mar de Azov, en Sudamérica, en el Próximo Oriente, en el norte de África, en Irlanda, en Indonesia y en la Antártida. Sin embargo, será la tesis de Frost, en un principio menospreciada, la que llegará a convertirse en la teoría más aceptada y difundida. En 1938, el arqueólogo griego Spyridon Marinatos plantea que el fin la civilización cretense, a causa de la erupción del volcán de Santorini, podría ser el fondo histórico de la leyenda. La idea de Marinatos será trabaja por el sismólogo Angelos Galanopoulos, quien en 1960 publicará un artículo en donde sugerentemente relacionará la tesis cretense con los textos de Platón.[30] Si bien el propio Marinatos sostuvo siempre que se trataba de una simple especulación, la tesis de la Atlántida cretense ha tenido amplia aceptación y captado muchos seguidores, entre los que se cuenta el oceanógrafo francés Jacques Cousteau.

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Hipótesis sobre la Atlántida

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A lo largo de la historia, y en especial tras la llegada a la fama de Ignatius Donnelly, han aparecido numerosas hipótesis sobre la localización que tuvo la Atlántida, las causas de su desaparición y la naturaleza de la civilización atlante. Algunas de las hipótesis modernas proponen que algunos de los elementos de la historia de Platón se derivan de hechos o mitos vinculados a lugares y culturas conocidas. Otras usan bases paranormales para localizar la Atlántida o dar explicación a algunos aspectos del mito. Las teorías que postulaban a la Atlántida como un continente, distinto a los existentes, quedaron descartadas al comprobarse el fenómeno de la deriva continental».

En julio de 2005 se celebró en la isla griega de Milo el Primer congreso de las hipótesis sobre la Atlántida, donde la mayoría de los 120 participantes (42 de los cuales estaban vinculados a universidades y centros de investigación) declararon su apoyo a la idea de la existencia de una base histórico-geográfica para el relato de Platón sobre la Atlántida. Quedó convocado un segundo encuentro para 2008. La conclusión principal obtenida en la reunión en Milos, la lista de 24 criterios necesarios para la calificación de teorías sobre la Atlántida, excluye a gran parte de las hipótesis actualmente existentes, otorgando posibilidades de éxito futuro sólo a aquellas que se ajusten de mejor forma a lo descrito por Platón en el Timeo y en el Critias, entre estos, que la legendaria isla se ubique frente a las Columnas de Hércules, en el Mar Atlántico.

Por otra parte, existen opiniones que descartan la Atlántida como una realidad, atribuyendo al relato de Platón una finalidad metafórica y simbólica más que historiográfica: la doctora Julia Annas, profesora de filosofía de la Universidad de Arizona, se manifiesta así al exponer que:

La continuada industria del descubrimiento de la Atlántida ilustra los peligros de leer a Platón. En él es claro el uso de lo que se ha convertido en un estándar en la ficción – recalcando la historicidad de un evento (y el descubrimiento de desconocidas autoridades hasta el momento) como indicador de que lo que sigue es ficción. La idea es que deberíamos utilizar esta historia para examinar nuestras nociones sobre el gobierno y el poder. Hemos olvidado esto y en lugar de reflexionar respecto a tales asuntos salimos a explorar el lecho marino. El continuado malentendido de Platón como historiador nos permite ver porqué su desconfianza de la escritura imaginativa está a veces justificada.
A la vez, otras opiniones igualmente autorizadas rechazan a la opinión anterior -más generalizada- aduciendo un inexplicable error de interpretación filológica de los propios textos de Platón, y defendiendo que Platón tiene intencionalidad historiográfica y negando la posibilidad de que sea metafórica o simbólica. Al respecto, el Dr. Pedro Amorós, de la Universidad de Murcia, expone las siguientes conclusiones:

«La primera cosa que sorprende al abordar la historia es encontrar todavía en recientes estudios, referiéndose a la narración en general, frases como ésta: «Platón nos lo presenta -el relato de Critias- como un cuento, como un mythos, contado al legislador y poeta ateniense Solón «el más sabio de los siete sabios», por un anciano sacerdote de la diosa Neith en Sais, Egipto». Y precisamente sorprende porque lo que Platón nos presenta no es un mito sino una historia (λόγον) derivada de una antigua tradición (ἐκ παλαιᾶς ἀκοῆς). Es más, en ninguna ocasión Platón utiliza la palabra μῦθος para referirse al relato que está contando… Además, Critias anuncia a Sócrates que lo que va a escuchar es un relato (λόγου) muy singular pero verdadero… se muestra claramente que el objetivo de Platón, en principio, no es narrar un mito inventado (μῦθος πεπλασμένος) sino una «historia antigua», terreno o dominio de la arqueología.

Existen numerosas hipótesis en cuanto a la posible ubicación de la mítica Atlántida; algunas pretenden ser científicas, otras son manifiestamente pseudocientíficas y esotéricas. Se pueden dividir de la siguiente forma:

Hipótesis modernas sin intervención sobrenatural ni extraterrestre
En 1999, el periodista y escritor británico Graham Hanckock realizó para la BBC el documental «Atlantis Reborn», en el que se documentaba con gran detalle la hipótesis de una catástrofe planetaria y la desaparición de una civilización anterior. Esta hipótesis se apoyaba tanto en los relatos de la tradición oral de religiones y pueblos antiguos así como en hipótesis científicas. Las ideas de Hancock hablan sobre una relación entre algunos supervivientes de esa pasada civilización y los albores de la actual. Estos supervivientes formarían parte de lo que se conoce como el mito de la Atlántida, recogido en Platón y en otras fuentes antiguas. La BBC se vió envuelta en una polémica tras una denuncia por haber distorsionado parte del documental original, por lo que fue obligada judicialmente a reemitirlo de nuevo con integridad. El libro de Hancock Tras las huellas de los dioses muestra sus planteamientos de manera bastante detallada. Uno de los puntos fuertes en la teoría de Hancock es la consideración de un desplazamiento del eje magnético de la tierra que estaría en el origen de esa catástrofre. Al corregir mediante computación la diferencia de ese desviamiento, Hancock muestra como diversas edificaciones antiguas alrededor de todo mundo muestran una concordancia exacta con las constelaciones del fimamento, rebatiendo por tanto las posición más oficialista que además señala las incogruencias respecto a la última posible glaciación
Según Jacques Cousteau (continuando el trabajo del arqueólogo griego Galanopoulos), la Atlántida sería la civilización minoica (o cretense). Según los geólogos, esta civilización fue destruida tras la erupción de un volcán en Santorini alrededor de 1640 a. C., que causó un enorme tsunami que barrió la cercana isla de Creta.
Según propone el alemán Werner Wickboldt y divulga por Rainer W. Kühne, estaría en el Coto de Doñana, cerca del Estrecho de Gibraltar, concretamente en la llamada marisma de Hinojos, también conocida como «marisma gallega». En realidad esta hipótesis de ubicar la capital o acrópolis de la Atlántida en las «Marismas de Hinojos» ya fue planteada y defendida -por primera vez- por tres autores españoles: José Pellicer de Ossau I Tovar en 1673, Francisco Fernández y González y Juan Fernández Amador y de los Ríos en 1919; después, por los autores alemanes Adolf Schülten en 1922, y más adelante por Otto Jessen y Richard Hennig en los años de la segunda y tercera década del pasado siglo XX, aunque estos últimos en realidad nunca precisaron un punto tan concreto como el centro de las propias «Marismas de Hinojos». Las imágenes de satélite del área muestran dos posibles estructuras rectangulares y un par de posibles formas circulares concéntricas que han sido interpretadas por Werner Wickboldt como restos del «templo de Poseidón» y el «templo de Cleito y Poseidón». Sin embargo, los estudios arqueológicos y geológicos hechos «in situ», en el campo (hace ya más de dos décadas), han demostrado que no existe ninguna construcción con aquellas características en aquel lugar. Los críticos a esta hipótesis afirman que no es más que una mera ilusión óptica originada por las sombras y restos de paleocanales naturales de ríos y viejas corrientes, en una foto de satélite demasiado alejada y con poca resolución. Toda el área ha sido solamente tierra desde la Edad Medieval, aproximadamente desde el siglo IX. Esta zona era un Golfo o Bahía que ya existía desde hacía más de 6000 años, hasta que en torno a la época romana tardía comenzó a colmatarse, poco a poco, llenándose de sedimentos gradualmente hasta alcanzar en los últimos 2000 años la naturaleza de marismas que actualmente presenta.
Según Jorge María Ribero Meneses estaría en el norte de España

Jaime Manuschevich, chileno, plantea en su libro «La Atlántida, el mito descifrado» (2002) que el lugar real de la civilización mítica es el territorio norte del Gran Valle del Rift o la antigua Canaán, que hoy corresponde a Israel y el Sinaí, que fue una isla hasta el 5.600 a. C. (Ryan y Pitman), rodeada por el valle de Jeezrael por el norte, por el Mar Muerto y el Mar Rojo por el este, y el Golfo de Suez por el oeste, hasta aquella fecha. En ese territorio existió hace más de 11 mil años la cultura natufita o Natufiense, que justamente fueron los primeros productores de alimentos de la historia humana, señalando también que allí existió la primera ciudad reconocida, Jericó. El investigador chileno sostiene que justamente aquella primera civilización humana fue lo que hoy conocemos como la Atlántida.
Según Peter James, estaría en una antigua ciudad de Anatolia.
Según J. M. Allen, estaría en el Altiplano boliviano.
Correspondería a la las ruinas de Tiahuanaco o al sur del lago Poopó.
Según Ignatius Donnelly (en Atlantis: the Antediluvian World, 1882), el relato de Platón sería realmente cierto, y las demás civilizaciones antiguas descenderían de la atlante.
Según el historiador y novelista Robert Graves se habría encontrado en una zona hundida cerca de la antigua Cartago (actual Túnez).
En algún lugar del Océano Atlántico: América Central, Cuba, las Azores.
Según Arisio Núñez, estaría en algún lugar del Océano Índico, como Indonesia.
Según Jürgen Spanuth, estaría en algún lugar de los países nórdicos, como Dinamarca.
Según Paulino Zamarro, la Atlántida estaría en el mar Egeo en torno a las islas Cícladas y se habría hundido por una supuesta avalancha marina proveniente de la ruptura de un supuesto istmo que pudo existir en el mismo estrecho de Gibraltar hace unos 7.500 años.
Podría corresponder a alguna de las islas del mar Mediterráneo: Creta, Santorini, Chipre, Cerdeña, etcétera.
En algún lugar de la Polinesia, o de Japón, o de Hungría.
Según Charles Hapgood, en obras como «The Earth’s Shifting Crust» (prologada por Albert Einstein), o «The Maps of the Ancient Sea Kings», se hablaría sobre su localización en la Antártida.

Según el investigador amateur Georgeos Díaz-Montexano, estaría junto al Estrecho de Gibraltar, siendo un imperio Ibero-Mauretano. En su hipótesis defiende las afirmaciones vertidas por el propio Platón en sus relatos del Timeo y el Critias sobre la isla o península (en griego Nêsos) Atlántica o de la Atlántida, la cual se hallaba «ante la boca» (en griego pro tou stomatós) de las Columnas de Hércules (Gibraltar), y que tenía una región denominada Gadeira (Gades, Cádiz) y una isla-acrópolis que desapareció bajo el mar en la misma área, a finales de la Edad del Bronce, cuando reinaban en Atenas los legendarios reyes de la Dinastía Cecropidae, según consta en el Critias 110a-b. Entre finales del 2001 y principios del 2002, Díaz-Montexano, siguiendo con la misma teoría publicada en marzo del 2000[13] sobre la Atlántida Ibero-Marroquí, logra ahora precisar (al contar con nuevos datos documentales y arqueológicos) que la isla-acrópolis de Atlantis se hallaría en la península, punta, o cabo, actualmente sumergido frente a Trafalgar, que en los tiempos en que existiría la Atlántida se hallaría aún emergida en su mayor parte, incluso durante la Edad del Bronce. Esta ínsula, o nêsos, con una extensión de más de 200 km2, se hallaba justamente delante de la boca del Estrecho, casi en el vestíbulo, como afirmaba Platón (según se puede constatar a través las traducciones latinas de Calcidio, Ficino y Cornario, entre otros) y muy cerca de la Isla sumergida de Majuan o Spartel.
En esta misma línea otros autores afirman que teniendo en cuenta que Herodoto describe a Europa como igual de extensa que Asia y Libia juntas, la Atlántida podría responder a toda la vertiente atlántica del continente europeo y alguna civilización del extremo occidente (cultura megalítica, vaso campaniforme, bronce atlántico…) y que su gigantesco tamaño podría corresponder al empleo de ese lugar común establecido por Herodoto y respetado por Platón.
Según varios estudiosos de mediados y finales del siglo XIX (como Charles Etienne Brasseur de Bourbourg, Edward Herbert Thompson o Augustus Le Plongeon), la Atlántida estaría relacionada con las culturas maya y azteca. Muchos de los partidarios de esta conjetura se retractaron posteriormente.

Hipótesis modernas con intervención sobrenatural o extraterrestre

Según la mística Helena Blavatsky, los atlantes serían héroes culturales y serían la cuarta «raza original», a la que sucedería la «raza aria». Así, combinaba la Atlántida con otros mitos de continentes perdidos como Mu y Lemuria.

Psíquico americano Edgar Cayce, 1910El psíquico Edgar Cayce dio una ubicación exacta, describiendo la Atlántida como una antigua civilización altamente evolucionada ahora sumergida, dotada de barcos y aviación alimentados por un misterioso tipo de cristal energético. Esta conjetura es similar a la de Blavatsky.

Brian Weiss, psicólogo pionero en la terápia de vidas pasadas, incluye en su último libro, «Muchos cuerpos, una misma alma» el relato de una regresión en la que su paciente experimenta una vida anterior como atlante y brinda algunos datos al respecto.

El Dr.Weiss asevera que dadas las características psicológicas de su paciente no se trata de un invento, sin embargo enfoca la regresión con la intención de ayudar a su paciente en lugar de intentar buscar evidencias científicas de tal vivencia. Es importante destacar que si bien el Dr.Weiss ha enfocado sus esfuerzos en popularizar la terápia de vidas pasadas como un herramienta de ayuda ha podido probar varias veces la veracidad de tales vivencias, lo que podría interpretarse a favor de la existencia de una civilización atlante miles de años antes de cristo.

Según Julius Evola (en Revolt Against the Modern World, 1934), los atlantes eran hiperbóreos, superhombres nórdicos originarios del polo norte.

Aleister Crowley escribió una historia esotérica de la Atlántida, aunque posiblemente se trate de una mera metáfora.

Según Michael Tsarion, la Atlántida sería la base desde la que una raza extraterrestre dirigió la hibridación terrestre-alienígena de la que desciende la humanidad actual

Hipótesis modernas con sustrato étnico y político

Según algunos nacionalistas británicos, la Atlántida estaría en las Islas Británicas.

Para los primeros socialistas, la Atlántida de Platón sería un primer intento de construir una sociedad socialista; esto hizo que la Atlántida se convirtiera en un símbolo del socialismo.

Heinrich Himmler organizó una expedición al Tíbet en 1938 con el fin de encontrar a los descendientes de los atlantes blancos.

Según Alfred Rosenberg (en The Myth of the Twentieth Century, 1930) habría una raza maestra «nórdico-atlante» o «aria-nórdica».

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